Echa un vistazo a este retrato de nuestro querido poeta César Vallejo. Seguro que has visto un montón de fotos y dibujos que intentan capturar su esencia. Todo esto forma parte del tesoro iconográfico del poeta, que incluye una gran cantidad de representaciones visuales del genio literario.
Este retrato en particular tiene algo especial. Aunque aún estamos tratando de descifrar la firma, sabemos que fue hecho en 1923. ¿Cómo lo sabemos? Pues resulta que fue publicado el 22 de marzo, junto a un artículo escrito sobre la poesía de Vallejo en el número 1 de la revista «El Perú Gráfico» de ese año.1 Vallejo dejó de existir en 1938, es decir, ¡13 años después de este retrato.! Y la firma, si te fijas bien la mayoría de pintores le añaden el año, para así poder localizar la obra en el tiempo, y ahí dice 23, es decir, 1923.
¡El poeta tiene que haberlo visto!
A veces, el misterio que rodea a ciertas obras de arte añade un encanto especial. Aunque no podamos identificar la firma en este dibujo, sigue siendo una pieza fascinante que nos conecta con la época y la figura de César Vallejo. Si en el futuro surge alguna pista sobre la identidad del artista, sería emocionante resolver este enigma y prometemos agregar sus créditos. Por ahora, podemos apreciar el retrato por el significado que tiene en relación con el poeta peruano.
¿ESE SOY YO?
Imagínate por un momento estar en los zapatos de Vallejo. O bajo su sombrero al menos. ¿Qué habría pensado al ver ese dibujo suyo? ¿Habría pensado «¡Wow, sí que se parece mucho a mí!» o quizás algo como «Hmm, creo que podrían haberme retratado mejor»?
Es una pregunta interesante, ¿no te parece?, sabiendo que existe una gran fortuna iconográfica dedicada solo a Vallejo, porque ese es el nombre que recibe el conjunto que reúne todas las fuentes visuales posibles donde aparezca el poeta, fotos, videos, dibujos, ecétera. De Vallejo hay muchas representaciones, pero casi todas después de su muerte.
Desde dibujos, comics, hasta estatuas mortuorias y también las póstumas, sean abstractas o figurativas, todas, son una forma de ver al poeta. Pero, sobre todo, de ofrecernos visualmente lo que los artistas entendieron de su obra.
Y tú, ¿alguna vez has pensado en cómo te sentirías si mucha gente te dibujara o te tomara fotos y videos? ¿Te sientes satisfecho con lo que ves? ¿O tal vez te preguntarías si te están capturando realmente o tienen cada uno, una impresión distinta sobre tí? ¿Te ha pasado alguna vez? Quizás te pase en un futuro cercano.
Es fascinante pensar en cómo se vería uno mismo desde afuera, ¿verdad? Posiblemente Vallejo también se habrá hecho estas preguntas. A fin de cuentas, todos tenemos esa curiosidad de saber cómo nos ven los demás, ya sea en una foto, en un dibujo, una caricatura o en un video.
¿Sabías que muchos dicen que las caricaturas son las que mejor nos retratan?. Además de sus cualidades en exageración, simplicidad, humor y versatilidad, también tienen la capacidad única de revelar el interior de las personas. A través de la representación gráfica, las caricaturas pueden capturar rasgos de personalidad, emociones y pensamientos internos de una manera que va más allá de la apariencia física, ofreciendo así una visión más profunda y reveladora de los individuos y las situaciones que retratan. ¡Cuídate de un caricaturista si no quieres deprimirte hasta la risa!.
SÍ, ESE ERES TÚ… A MENOS QUE…
Al final del día, independientemente de cómo nos vean los demás o qué piensen de nosotros, esa curiosidad por vernos representados por otros, es innata. Desde los retratos antiguos hasta las selfies de hoy en día, todos somos cazadores de nuestra imagen porque sabemos que la el artista ola cámara, tienen el poder de capturar nuestra esencia de alguna manera: y sobre todo, de hacer nuevas todas las cosas.
Así que, mientras contemplamos aquel intrigante retrato de César Vallejo de 1923 y nos preguntamos qué pensaría él al verlo, recordemos que, al igual que el poeta, cada uno de nosotros tiene su propia historia, su propia perspectiva y su propia interpretación de la vida. Y en última instancia, lo que importa es cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo nos expresamos en el mundo. El secreto es hacerlo y saber juntar tu talento y entusiasmo en una sola fuerza poderosa.
Este retrato vallejiano, con su misterio y su sencillez, nos hace pensar en la importancia de la representación visual en nuestra búsqueda constante de comprensión y conexión con el pasado, y con nosotros mismos, que estamos tan solo de pasadita en este mundo: pero eso sí, recuerda que «aún cuando todo está roto, no olvides que hay un sol que espera cada día, que abras tu ventana». 2
NOTAS A PIE
- LEYENDO A VALLEJO
Pienso en Edgar Allan Poe, los cuentos de Misterio y de Imaginación y el trágico epílogo de su vida en la carretera pública de Baltimore.
Pienso en Las flores del Mal de Baudelaire y la hachicha. Recuerdo Mis prisiones y Mis Hospitales de Verlaine y el agua fuerte de Degas: L’absintbe… Medito sobre Rabindranat Tagore, el poeta de las indias, filósofo innato hombre de cultura exótica.
Y pienso también en Mistral, que escribió en provenzal, para que lo entendieran solamente los hijos de su tierra.
Trilce viene acompañado por un trozo soberbio de Antenor Orrego. El trujillano da mas de un prólogo, ejerce crítica. Y en esta calidad vierte en otra forma sus impresiones de lo bello. Y hace también lo que Hicieron los comentaristas de Shakespeare: establece Los principios de una escuela. para penetrar el autor. Es un viático que da el hermano al hermano, para sostenerlo en las peregrinaciones que va a emprender por los caminos de la lucha y del éxito.
Dicen que el arte es pura forma. Busco la forma en los libros de Vallejo y me parece que su prosa tiene ritmo y su poesía hace alarde de no tenerlo.
Es un atropellador. Bombardea encarnizadamente el fuerte, donde se guardan algo apolilladas, las reliquias de la antigua estética. Orrego dice que leyéndolo tenemos que que sentirnos desnudos. Bien. Pero sus encabezamientos, títulos y refranes, así como párrafos enteros de sus cuentos son hermosos, llamativos. De modo que nos hemos desnudado, para guardar colgada en nuestro cuello una corbata de seda fina, con un alfiler de piedras preciosas.
Tiene la fuerza dinámica del genio. Esta fuerza es indomable, inlegra, juvenil. No conoce ni rutinas, ni caminos, ni sistemas para llegar al púlpito rojo de la gran revolución. Se abre camino a través y por encima de todo, aún lo más animalmente humano, No tiene escrúpulos. Desconoce que para el hombre todo lo bello tiene que ser servilmente parecido a su efigie de días laborables.
Admiramos al genio. Y tributo de nuestro entusiasmo caluroso mezclamos la esperanza, que cuando nos tenga alrededor de su tribuna, unidos en un grupo ya crecido, la distancia en que nos tuvo, habrá desaparecido. De vuelta de la gran campaña, lo veremos más indulgente, más benévolo, más nuestro. / S. de. H. (El Perú Gráfico, Lima, 22 de marzo de 1923) ↩︎ - Descenlace. Poemario de Sergio Villarroel. Editora Clal. West Berlín, dic, 1982 ↩︎