Esta ilustración anónima del clásico libro escolar Jaimito, publicado en Lima en los años 50, captura de manera brillante la esencia divertida y desafiante de los trabalenguas.

El niño, con la lengua exageradamente alargada, representa de forma visual el reto de pronunciar estas frases retorcidas. Al igual que su lengua parece enredarse, las palabras en los trabalenguas se entrelazan, retando a quien se atreva a pronunciarlas sin tropiezos.

Los trabalenguas, como los que aparecen en Jaimito, no solo buscaban entretener, sino que también cumplían un rol educativo fundamental: mejorar la articulación y afinar la dicción de los más pequeños. La lengua extendida del niño es una metáfora ingeniosa de este desafío. Cuanto más intentas decirlo correctamente, más complicado parece volverse. Estos juegos verbales no solo divertían, sino que también agilizaban la mente y fortalecían la memoria.
Mira cómo el arte visual y el lenguaje se unían para hacer del aprendizaje una experiencia activa y divertida. Tal como el niño lucha con su lengua enredada, los lectores como tú, se enfrentaban a frases que torcían sus bocas, en un intento por dominar el trabalenguas.
El trabalenguas, era un reto lingüístico que exigía habilidad, pero siempre ofrecía una pequeña victoria como recompensa.
Uno de los trabalenguas más famosos en español es el de «tres tristes tigres,» que es muy conocido por su complejidad y musicalidad y seguramente ya conoces:
«Tres tristes tigres, tragaban trigo en un trigal, en tres tristes trastos, tragaban trigo tres tristes tigres.»
Otro trabalenguas popular, reconocido por ser un desafío en diferentes idiomas, es el clásico en inglés:
«She sells seashells by the seashore», el cual se cuenta que se inspiró en Mary Anning, que vivía en Dorset, Inglaterra, y recolectaba conchas y fósiles de la playa, que vendía para ganarse la vida, y podía identificar todas las diferentes especies. En 1811, ella y su hermano descubrieron los restos fosilizados de un dinosaurio en un acantilado junto al mar, lo que causó revuelo en el mundo científico.
Los trabalenguas tienden a jugar con la repetición de sonidos y el uso de combinaciones fonéticas difíciles de pronunciar rápidamente, lo que los convierte en retos divertidos y, en algunos casos, en ejercicios para mejorar la dicción.